jueves, 30 de abril de 2009

Un poco de justicia a los actores españoles.


He hablado mucho de Richard Crispin Armitage, que en una carta que le envié con ayuda del traductor simultáneo del ordenador tal vez pueda leer que es como un ángel para mí; no sólo por guapo, sino por el "empujón" que indirectamente me dio para tomar la decisión de estudiar Arte Dramático a mi edad: 44 años, que s dice pronto.

Pero con esa ansiedad por asimilar todo sobre el teatro he visto en estos días a Francis Lorenzo, que hace de malo malísimo en "Águila Roja" diciendo que lo que deben comprender los futuros actores y actrices es que "ésta es una profesión de parados". Y es cierto. Cuando a alguien le dan un papel, por muy pequeño que sea debe currárselo, trabajarlo para que sea importante en su carrera. Actores tan grandes como Fernando Fernán Gómez tardó en trabajar dos años y Tony Leblanc fue resucitado por Antonio Segura para sus películas de la saga "Torrente".

Y no puedo dejar de mencionar a la señora de la escena y familiar mía. Quiero aclarar que, aunque en mi infancia un hecho referente a la familia me ha emocionado siempre, mi deseo de ser actriz nada tiene que ver con su fama bien lograda y trabajada en las películas de los '60, '70 y años posteriores. Las llamadas españoladas pero a modo de desprecio. Sin embargo; su "Santa Teresa de Jesús" es inigualable, así como sus trabajos en el teatro.

Reconozco que no todos los actores jóvenes me gustan, aunque tengan un Oscar. Yo siempre he valorado a los que no se les nota tanto y siempre los ves en las películas de profesionales; a pesar de no dejar de ser segundos actores.

España es un país de grandes artistas y la Meca del Cine siempre tiene que venir aquí o al resto de Europa a buscar directores, actores y actrices y lo más importante, ideas. Pocas veces los norteamericanos sorprenden con algo que no sea previsible y original; sangriento o erótico sin más.

Somos un país de cómicos.

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