miércoles, 12 de octubre de 2011

Un cambio ya, por favor.







En este tiempo sin escribir han pasado varias cosas. pero voy a centrarme en lo más significativo de los últimos días.





La Escuela Navarra de Teatro vuelve a las andadas con su forma peculiar de juzgar a la gente. Ya me hicieron una marca psicológica a mí el año pasado cunado me prohibieron intentar cerrar un círculo de unión con ellos al querer hacer por tercera vez las pruebas. Consultando con una abogada sobre el tema que conozco, su forma de actuar no es legal pero como escuela parece que pueden sacarse normas de donde les apetece y cuando les apetece.





El año pasado tenía por compañero a Miguel Sorroche Sibón, un chico que le gusta le llamen Michael, como en inglés, que padece parálisis cerebral. Este año no le han admitido alegando no estar preparados para atenderlo.





Bien. Miguel se cae por la enfermedad, pero va solo al instituto donde estudia una profesión, a la Escuela de Idiomas donde estudia Inglés, le gustan varios deportes como natación y ya hizo actuaciones de teatro con la asociación para discapacitados mentales- que él no lo es-, Atena Psicoballet en el teatro Gayarre y otros talleres. Además, puede votar, un hecho muy importante en un ser humano pues no es un derecho sino un deber elegir a quienes luego decidirán sobre nuestras vidas.





Yo lo vi caerse varias veces, no muchas, durante las clases mientras duré allí pues hubo un momento en que la presión moral sobre mí pudo más que mi amor al teatro, y mi intención era sólo ir para estar de compañera con él.





Ahora los padres han denunciado el caso en todos los medios de prensa y esperan un comunicado oficial y escrito que no llega para ir a los tribunales. Sin embargo; la escuela o sus dirigentes- no vamos a meter a todos en el mismo saco- no lo van a hacer a pesar de que como escuela que pide a gritos la oficialidad de sus estudios debería hacer un acto digno y no sólo decírselo a sus padres.





Creo, desde mi humilde opinión y mi todavía deseo de ser actriz aunque ya estoy terminando mis estudios de Regiduría Teatral por SEAS o la Fundación San Valero y la Universidad San Jorge de Zaragoza, que la escuela debe empezar a aceptar retos y ponerse en contacto con el psicólogo de este chico que les guíe cómo actuar con él.





A diferencia de lo que cree la dirección del centro, yo no odio la ENT (¡la amo con todas mis fuerzas y lloro de pensar que ya no puedo ser alumna!). pero el daño psíquico y moral en mí fue y es irreparable; mucho más en Miguel que desde pequeño ha sorteado obstáculos para ser considerado normal.





No somos Miguel o yo quienes vamos contra la escuela. El daño viene de dentro. la Escuela Navarra de Teatro debe cambiar para sobrevivir y dar el comunicado que todo el pueblo espera pues Miguel no está solo en sus reivindicaciones.





Respecto a mí: El río consigue avanzar en su cauce hasta el mar porque sabe sortear los obstáculos. (Anónimo).










Marian García.